Capitalismo Venezolano hasta la
Actualidad
El capitalismo venezolano es el
resultado de una evolución histórica marcada por la dependencia de los recursos
naturales, la intervención del Estado y las relaciones sociales de producción
heredadas de la colonia, En sus orígenes la economía venezolana se sustentó en
la explotación de productos agrícolas como el cacao, el café y la caña de
azúcar, controlados por una élite terrateniente que acumuló poder económico y
político. Con la llegada del siglo XX, esta economía agrícola fue desplazada
por la explotación petrolera, que transformó radicalmente el modelo productivo
del país y consolidó una forma particular de capitalismo dependiente de la
renta petrolera. Esta transición no solo cambió los mecanismos de generación de
riqueza, sino también las relaciones entre el Estado, el mercado y la sociedad.
Desde la década de 1920, el petróleo se
convirtió en el motor central del capitalismo venezolano, la presencia de
empresas extranjeras marcó un modelo extractivo en el que el capital foráneo
controlaba la producción, mientras que el Estado se convirtió en receptor de
rentas fiscales a través de impuestos y concesiones. A partir de 1976, con la
nacionalización de la industria petrolera y la creación de Petróleos de
Venezuela (PDVSA), el Estado venezolano asumió un rol empresarial dentro del
capitalismo nacional. Sin embargo, esta nacionalización no cambió la estructura
dependiente ni diversificó la economía. La renta petrolera fue utilizada para
financiar infraestructura, servicios públicos y proyectos sociales, pero no
impulsó una industrialización sostenida ni una transformación estructural del
modelo productivo.
Durante el periodo conocido como la
"Venezuela Saudita", especialmente entre los años 1970 y 1980, el
país vivió una expansión del gasto público financiado por la bonanza petrolera.
Se consolidó un capitalismo rentista, en el cual el consumo de la sociedad
dependía del ingreso petrolero y no de la productividad interna, esta etapa
fortaleció el papel del Estado como distribuidor de la riqueza y como
intermediario en casi todos los sectores de la economía. Sin embargo, también
se agravaron los niveles de corrupción, ineficiencia y clientelismo, generando
una economía distorsionada, donde las inversiones productivas eran
desincentivadas y la burocracia absorbía gran parte de la renta.
La crisis de la deuda externa y la caída
de los precios del petróleo en los años 80 evidenciaron las debilidades
estructurales del capitalismo venezolano, en respuesta, durante la década de
1990, se impulsaron políticas de corte neoliberal como parte de los paquetes de
ajuste estructural recomendados por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Estas medidas incluyeron privatizaciones, apertura comercial y reducción del
gasto público. Aunque se buscaba insertar a Venezuela en un capitalismo más
competitivo y globalizado, las reformas generaron tensiones sociales profundas,
como las protestas del Caracazo de 1989 estas reformas aceleraron el deterioro
del tejido productivo nacional y fortalecieron la concentración de capital,
mientras las clases medias y bajas perdían poder adquisitivo.
A partir de 1999, con la llegada de Hugo
Chávez al poder, el capitalismo venezolano experimentó una transformación
discursiva y política, aunque se proclamó la transición hacia un
"socialismo del siglo XXI", en la práctica muchas lógicas capitalistas
permanecieron activas, el estado intensificó su rol en la economía mediante
nacionalizaciones, creación de empresas públicas, control de precios y
subsidios generalizados, el acceso a bienes y servicios fue mediado por
programas sociales financiados con la renta petrolera. Sin embargo, la
producción nacional siguió cayendo, la industria fue debilitada, y se agudizó
la dependencia de las importaciones, el mercado interno quedó subordinado al
control estatal, pero sin lograr una planificación efectiva ni sustituir la
lógica capitalista por una socialista.
En el periodo 2014–2020, el colapso de los precios del petróleo, la contracción de la producción interna, la imposición de sanciones internacionales y el deterioro institucional provocaron una crisis profunda que transformó nuevamente las dinámicas del capitalismo en Venezuela, la hiperinflación, la escasez de productos básicos, la caída del salario real y la migración masiva generaron una economía de supervivencia donde surgieron nuevas formas de intercambio y de acumulación. A nivel estructural, se consolidó una economía fragmentada: por un lado, un capitalismo informal basado en la dolarización espontánea, los bodegones y el comercio digital por otro, un aparato estatal debilitado, aunque aún dominante en ciertos sectores estratégicos, en este contexto, el Estado empezó a flexibilizar sus políticas de control, permitiendo mayor participación privada en sectores como telecomunicaciones, alimentación, construcción y banca.
Actualmente, el capitalismo venezolano
es un sistema mixto y asimétrico, donde conviven distintas lógicas económicas:
una economía dolarizada y de mercado en las ciudades principales, un comercio
informal en expansión en sectores populares, zonas económicas especiales con
apertura al capital extranjero, y un sector público que mantiene subsidios,
monopolios estratégicos y un aparato burocrático, este nuevo orden económico no
ha sido planificado de forma coherente, sino que ha emergido como resultado de múltiples
crisis y adaptaciones sucesivas, empresas privadas, inversionistas extranjeros
y nuevos actores económicos vinculados al poder político han encontrado
oportunidades en un entorno desregulado, con ausencia de instituciones sólidas
y con desigualdades territoriales marcadas.
El modelo capitalista actual en
Venezuela, aunque no responde a un patrón único, conserva elementos clásicos
del capitalismo acumulación de capital, propiedad privada, relaciones
salariales y búsqueda de beneficios sin embargo, también presenta rasgos propios
de un capitalismo periférico, post-rentista y desinstitucionalizado, la
intervención estatal no ha desaparecido, pero ha sido reconfigurada. En algunos
casos, el Estado actúa como socio silencioso de grandes capitales en otros,
como regulador parcial sin capacidad de ejecución los ciudadanos, por su
parte, participan en este nuevo capitalismo desde posiciones desiguales algunos con acceso a divisas, emprendimientos y redes comerciales otros,
atrapados en la precariedad laboral, la pobreza extrema o la dependencia de
ayudas sociales.
Capitalismo en Venezuela
El capitalismo en Venezuela ha sido históricamente una construcción híbrida, determinada tanto por influencias externas como por condiciones internas que le han dado un carácter particular, desde el nacimiento de la república en el siglo XIX, el país ha transitado por una economía inicialmente agroexportadora, luego petrolera y rentista, y más recientemente por un sistema mixto, atravesado por múltiples crisis estructuralesm en sus primeros momentos, el modelo capitalista se reflejaba en el control de la producción agrícola por parte de elites terratenientes, que exportaban bienes como el café y el cacao a los mercados internacionales, esta etapa temprana configuró las bases de una economía basada en la extracción de materias primas y la concentración de la riqueza en manos de una minoría.
Con la llegada del siglo XX, Venezuela
experimentó un cambio profundo en su estructura económica a partir del
descubrimiento de vastos yacimientos petroleros a partir de 1914, con el
inicio de la explotación petrolera comercial, se establecieron relaciones más
firmes con el capitalismo global, empresas extranjeras, principalmente
estadounidenses y británicas, comenzaron a dominar el sector energético,
mientras el Estado actuaba como receptor pasivo de regalías y tributo, esta
relación asimétrica configuró un capitalismo dependiente, en el que la
industria nacional y la producción agrícola quedaron subordinadas a la lógica
del capital petrolero y a la acumulación centrada en la renta, más que en el
trabajo o la inversión productiva.
Durante el siglo XX, el capitalismo venezolano asumió una forma rentista, en la que el Estado asumió el rol de redistribuidor de la riqueza petrolera, esto significó que buena parte de la economía giraba en torno al acceso a los recursos del Estado, más que a la generación autónoma de riqueza, la nacionalización del petróleo en 1976, bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, buscó transformar esta lógica, otorgando al Estado un papel protagónico como agente económico a través de PDVSA, se centralizó la producción de crudo y se canalizó la renta hacia programas de modernización, educación e infraestructura. No obstante, este intento de capitalismo de Estado no logró diversificar la economía ni industrializar el país de forma estructural, ya que el resto de los sectores productivos siguieron siendo débiles y subordinados a la lógica petrolera.
En los años 80 y 90, el modelo
capitalista venezolano entró en crisis, debido a la caída de los precios del
petróleo, el endeudamiento externo y la presión de los organismos financieros
internacionales, en este contexto, se aplicaron políticas neoliberales que
promovieron la privatización de empresas públicas, la apertura comercial, la
desregulación del mercado y la reducción del gasto estatal, estas reformas
tenían como propósito insertar a Venezuela en un modelo capitalista
globalizado, eficiente y competitivo, sin embargo, sus efectos fueron
contradictorios mientras se liberalizaban algunos sectores, otros entraban en
colapso aumentó la pobreza, la informalidad laboral y la desigualdad, el
deterioro social generado por estas medidas dio paso a una profunda crisis de
legitimidad del modelo liberal, que culminó con el ascenso de Hugo Chávez al
poder en 1999.
Con el chavismo, el capitalismo en
Venezuela fue transformado en sus formas, pero no en su esencia. Aunque el
discurso oficial promovía el “socialismo del siglo XXI”, en la práctica se
trató de una reconfiguración del capitalismo rentista, el Estado se convirtió
en el principal agente económico, mediante una política de nacionalizaciones,
controles de cambio y precios, y expansión de programas sociales financiados
con la renta petrolera. Se crearon nuevas empresas estatales y mecanismos de
redistribución, pero el aparato productivo se contrajo, la inversión privada
disminuyó, y la economía se hizo más dependiente de las importaciones a pesar
del control estatal, se mantuvieron formas capitalistas como el intercambio
mercantil, el trabajo asalariado y la propiedad privada, aunque con múltiples
restricciones y distorsiones institucionales.
A partir de 2014, la caída abrupta de los precios del petróleo, la contracción de la producción y las sanciones económicas internacionales provocaron una crisis de gran magnitud que transformó profundamente el capitalismo en Venezuela, el colapso de la industria petrolera arrastró al resto de la economía, generando hiperinflación, escasez, desempleo y migración masiva, en este contexto, el modelo rentista dejó de ser viable, y surgieron nuevas dinámicas económicas proliferaron los mercados informales, la dolarización espontánea y el comercio minorista basado en remesas el Estado, frente a la pérdida de control de la economía formal, permitió el surgimiento de espacios de mercado relativamente libres, especialmente en sectores urbanos, generando una economía fragmentada, desigual y fuertemente dolarizada.
Actualmente, el capitalismo en Venezuela
funciona en múltiples niveles existe un sector formal dolarizado con acceso a
bienes importados, un sector informal mayoritario que opera fuera de los
márgenes fiscales una red de empresas privadas que ha resurgido aprovechando
la desregulación parcial y un Estado que, aunque debilitado económicamente,
mantiene poder político y control sobre recursos estratégicos, este sistema no
responde a un diseño teórico uniforme, sino a un conjunto de adaptaciones
prácticas que permiten la supervivencia de distintos actores económicos, en
este contexto, el capitalismo venezolano se ha vuelto altamente desigual, con
acceso diferenciado a los mercados, al crédito, a los servicios y a las
oportunidades de acumulación a pesar del discurso oficial, el capital privado
sigue siendo central en la dinámica económica del país, aunque en condiciones
precarias y con alta incertidumbre jurídica.
El modelo actual muestra características propias de un capitalismo periférico post-rentista, marcado por la reducción de la intervención estatal tradicional, la flexibilización informal de la economía y la coexistencia de sectores modernos con áreas empobrecidas y excluidas, las zonas económicas especiales, los incentivos a la inversión extranjera, la reactivación del turismo de lujo, el resurgimiento del emprendimiento digital y la circulación de divisas configuran una nueva etapa en la historia del capitalismo en Venezuela, aunque sigue siendo un sistema en crisis estructural, su resistencia y capacidad de adaptación lo mantienen como el modelo dominante de organización económica en el país, incluso bajo discursos ideológicos contrarios.
Capitalismo
El capitalismo es un sistema económico, político y social que se ha desarrollado progresivamente desde la Europa medieval hasta consolidarse como el modelo económico dominante en gran parte del mundo. Su característica fundamental es la organización de la producción y distribución de bienes y servicios a través de mecanismos de mercado, donde la propiedad de los medios de producción está en manos privada, el capitalismo se basa en principios como la libre competencia, la acumulación de capital, el trabajo asalariado y la búsqueda de ganancia, desde sus primeras manifestaciones mercantiles hasta sus formas industriales y digitales actuales, este sistema ha transformado profundamente las estructuras sociales, las relaciones laborales y la organización del poder político y económico en las sociedades modernas.
Históricamente, los orígenes del
capitalismo se ubican en el tránsito del feudalismo hacia economías más
abiertas en Europa entre los siglos XV y XVIII, durante este periodo se produjo
la expansión del comercio, el fortalecimiento de las ciudades, el surgimiento
de la burguesía como nueva clase social y el desarrollo del sistema bancario.
La acumulación primitiva de capital estuvo ligada a procesos como la
colonización, el comercio de esclavos, la expropiación de tierras comunales y
el crecimiento del comercio internacional, estos elementos sentaron las bases
de una economía centrada en el beneficio económico, la inversión privada y la
expansión constante de los mercadon, la Revolución Industrial iniciada en
Inglaterra en el siglo XVIII, consolidó el capitalismo industrial, basado en la
mecanización de la producción, el desarrollo de la fábrica, el aumento de la
productividad y la explotación de una clase trabajadora asalariada.
En el siglo XIX, el capitalismo se
extendió por Europa, América del Norte y otras regiones del mundo a través de
la expansión colonial, la inversión extranjera y la construcción de
infraestructuras de transporte y comunicación, en este periodo, el capitalismo
adquirió una dimensión global y dio paso a nuevas formas de organización
empresarial, como las corporaciones, los bancos de inversión y los mercados
financieros, las doctrinas del liberalismo económico, defendidas por pensadores
como Adam Smith, promovían la mínima intervención del Estado y la
autorregulación del mercado como condiciones para el desarrollo y el bienestar
general, sn embargo, el crecimiento capitalista también estuvo acompañado por
fuertes desigualdades sociales, explotación laboral, pobreza urbana y crisis
cíclicas, lo que llevó al surgimiento de movimientos obreros y teorías críticas
como el socialismo y el marxismo.
Durante el siglo XX, el capitalismo
atravesó varias transformaciones, entre ellas el paso de un capitalismo de
libre mercado a un modelo de capitalismo mixto, en el que el Estado comenzó a
desempeñar un papel más activo en la regulación económica y la protección
social., después de la Gran Depresión de 1929, muchos países adoptaron políticas
intervencionistas para estabilizar la economía, crear empleo y controlar la
inflación, este modelo, conocido como keynesianismo, promovía la inversión
pública, la redistribución de la riqueza y la protección de los derechos
laborales, en las décadas de posguerra, el capitalismo vivió un periodo de
crecimiento sostenido en países industrializados, con aumento del consumo,
expansión de la clase media y desarrollo de un Estado de bienestar que buscaba
combinar eficiencia económica con justicia social.
A partir de los años 70 y 80, el
capitalismo volvió a orientarse hacia el mercado bajo el auge del
neoliberalismo, esta etapa se caracterizó por la desregulación de los mercados
financieros, la privatización de empresas públicas, la flexibilización laboral
y la globalización de la producción, se consolidó un capitalismo transnacional
en el que grandes corporaciones operan a escala global, optimizan sus costos de
producción desplazando industrias a países con mano de obra más barata, y
dominan sectores estratégicos como la tecnología, las finanzas, la energía y
las telecomunicaciones, esta forma contemporánea del capitalismo también dio
lugar a una creciente desigualdad económica y al debilitamiento de los
sindicatos, al tiempo que profundizó la concentración del capital y del poder
político en manos de élites corporativas.
En el siglo XXI, el capitalismo ha
entrado en una nueva etapa marcada por la digitalización, la automatización y
la financiarización de la economía, el avance de la inteligencia artificial, el
comercio electrónico, los algoritmos de consumo y el dominio de grandes
plataformas tecnológicas han transformado la forma en que se produce, se
distribuye y se consume. A su vez, el capitalismo ha sido cuestionado por sus
impactos ambientales, su incapacidad para resolver la pobreza global y su
tendencia a generar crisis recurrentes, en este contexto, han surgido debates
sobre el “capitalismo verde”, el “capitalismo inclusivo” o la “economía
circular”, que buscan introducir reformas que permitan la sostenibilidad del
sistema sin romper con sus bases fundamentales. Sin embargo, estos modelos
siguen operando dentro del mismo marco: acumulación de capital, mercado
competitivo, propiedad privada y maximización del beneficio.
En su forma actual, el capitalismo
funciona en escalas múltiples y adaptativas, existen economías con altos
niveles de desarrollo capitalista donde predomina el sector servicios, junto
con otras donde el sistema funciona de forma extractiva, informal o periférica, el capitalismo se ha integrado en casi todos los países del mundo, pero con
variaciones según el contexto político, cultural y económico, en algunos
lugares el Estado mantiene funciones reguladoras y redistributivas, mientras
que en otros su intervención es mínima o está subordinada a los intereses del
mercado, la lógica de competencia, innovación y acumulación sigue impulsando la
transformación constante de las sociedades bajo este sistema, que continúa
siendo el modelo dominante a nivel global.
UN POCO DE HISTORIA
Capitalismo Venezolano II
El capitalismo venezolano, en su segunda
etapa de evolución histórica contemporánea, revela una configuración económica
que ha experimentado una mutación estructural desde el modelo rentista
tradicional hacia una forma híbrida y fragmentada de capitalismo, esta
transformación no ha sido resultado de una planificación coherente, sino de
múltiples factores interrelacionados, como el colapso petrolero, la crisis
institucional, las sanciones internacionales y la descomposición del aparato
productivo nacional, en esta segunda fase, iniciada principalmente a partir del
año 2014, el capitalismo en Venezuela ha adquirido características particulares
que lo diferencian de etapas anteriores y de otros modelos capitalistas en el
mundo, su configuración actual refleja un sistema económico marcado por la
dolarización informal, la informalidad generalizada, el debilitamiento del rol
del Estado como productor y la consolidación de nuevas élites económicas
vinculadas al poder político.}
Durante este periodo, la pérdida de
capacidad operativa de PDVSA como motor de la economía nacional provocó una
fractura profunda en el modelo rentista, la caída sostenida de la producción
petrolera, producto de la falta de inversión, la fuga de talento técnico, la
corrupción interna y las sanciones internacionales, limitó severamente los
ingresos del Estado, esta situación redujo la posibilidad de financiar el gasto
público, sostener los programas sociales y mantener el control sobre sectores
estratégicos de la economía, como consecuencia, el gobierno se vio forzado a
flexibilizar parte de sus políticas de control económico, permitiendo la
entrada de capital privado en sectores que antes eran monopólicamente
estatales, al mismo tiempo que toleraba la circulación del dólar como medio
dominante de intercambio, esta adaptación dio origen a una nueva etapa del
capitalismo venezolano, caracterizada por un pragmatismo económico sin reformas
estructurales explícitas.
Una de las principales características
de esta fase es la consolidación de un sistema económico dual por un lado,
existe un sector altamente dolarizado, urbano y moderno, concentrado en zonas
metropolitanas, donde operan empresas privadas, comercios, emprendimientos y
nuevos actores empresariales que aprovechan la desregulación y la escasa
fiscalización. Por otro lado, persiste un amplio sector informal, rural o
periurbano, donde predomina la pobreza, el trueque, la precariedad laboral y el
acceso limitado a servicios públicos, esta dicotomía ha dado lugar a un
capitalismo excluyente y desigual, donde el acceso al consumo, la inversión y
las oportunidades depende de la posición territorial, social y política del
individuo, la propiedad privada ha sido restaurada de facto en muchos espacios,
y las actividades comerciales funcionan bajo lógicas de mercado, sin una
política coherente de regulación estatal.
En este nuevo orden, el surgimiento de zonas
económicas especiales (ZEE), la reactivación del turismo de lujo, la
importación de bienes sin controles arancelarios y la formalización de acuerdos
con capital extranjero evidencian un viraje hacia formas de capitalismo abierto
en sectores específicos no obstante, estas aperturas conviven con mecanismos
de control en otros ámbitos, como el sistema bancario, los servicios públicos
estratégicos y la política cambiaria ell gobierno, aunque debilitado
financieramente, conserva el monopolio de decisiones clave, lo que permite el
surgimiento de una economía política cerrada, donde solo ciertos actores pueden
participar activamente del proceso de acumulación, estas nuevas élites
económicas, surgidas en el contexto de crisis, combinan acceso al poder,
capital líquido y control de sectores económicos en expansión como
telecomunicaciones, importaciones, alimentos y construcción.
La educación, la salud, la
infraestructura y otros pilares del desarrollo productivo han quedado
debilitados en esta segunda etapa del capitalismo venezolano, las universidades
públicas han perdido su capacidad de formación técnica, el sistema de salud ha
colapsado en muchas regiones, y el transporte público ha sido reemplazado por
soluciones privadas o informales esta situación limita las posibilidades de
reactivación del aparato productivo nacional y refuerza un modelo centrado en
la importación y en el consumo de bienes traídos desde el extranjero a su vez,
la emigración masiva ha generado un flujo constante de remesas que dinamiza
parcialmente la economía doméstica, consolidando una economía dependiente de
ingresos externos no generados por el trabajo interno.
La dimensión simbólica del capitalismo
venezolano también ha cambiado, durante años, el discurso político promovió la
construcción de un sistema alternativo al capitalismo, sin embargo, en la
práctica actual, el sistema económico funciona bajo criterios de mercado, sin
planificación socialista ni participación comunitaria efectiva la cultura del
consumo, el emprendimiento individual, el acceso a bienes importados y la
restauración de marcas y franquicias internacionales han devuelto visibilidad
al imaginario capitalista en las principales ciudades del país aunque no
existe una política oficial de liberalización, el entorno ha sido moldeado por
la permisividad institucional y la necesidad de adaptarse a una economía de
supervivencia, lo cual ha permitido que el capitalismo se reinstale, aunque de
manera desordenada y sin seguridad jurídica.
En el plano internacional, Venezuela ha
buscado establecer nuevas alianzas económicas con países no alineados a las
sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea. Acuerdos con China,
Rusia, Turquía, Irán y otros países han permitido cierta reactivación del
comercio y del flujo de capitales, estas relaciones internacionales han
influido en la reconfiguración del capitalismo nacional, al facilitar
inversiones, exportaciones no petroleras y cooperación técnica, sin embargo, la
escala y el impacto de estas alianzas aún son limitados, y no han logrado
sustituir la capacidad que antes tenía el Estado de gestionar directamente una
economía de renta petrolera.
En resumen, el capitalismo venezolano en
esta segunda etapa no es un retorno al modelo de libre mercado tradicional, ni
una continuación del modelo socialista del siglo XXI, sino una forma adaptativa
de economía capitalista desinstitucionalizada, fragmentada, informalizada y
políticamente controlada, la lógica de acumulación de capital ha reaparecido
bajo nuevas formas: emprendimientos dolarizados, acceso desigual al crédito,
concentración en nuevos grupos económicos, y una profunda segmentación social, las condiciones actuales permiten hablar de una economía capitalista en
términos funcionales, pero sin una institucionalidad estable, sin seguridad
jurídica consolidada y con altos niveles de incertidumbre tanto para el capital
privado como para los trabajadores.
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